Estaba yo en el "Cubete"
de madrugada regando, cuando oí un chapoteo; y vi por el agua entrando algo muy gordo y feo. Miré hacia el "brazal" por donde el agua entraba; vi que por la "madre" nadaba un pez, a tal velocidad que corriendo, no alcanzaba. Corrí a cerrar la "pará"; y se quedó "embarrado", yo, me lancé a su lado para así poder pescar aquel pez tan despistado y podérmelo "guisar". Nos enfangamos en el barro a luchar como "titanes"; ya se escapa, ya lo agarro, en aquellos "barrizales". Al fin lo pude "enganchar" cogiéndole de las agallas; y cuando lo fui a sacar, vi que tenía unas rayas en las espaldas pintadas, con pelos y canas blancas; y trencillas entrelazadas. La verdad, es que era feo aquel barbo del demonio, pero pensé que en el puchero haría un caldo sabroso. Cuando lo puse en seco, se me echó a llorar pidiéndome irse al fresco del agua del manantial. Me dijo muy preocupado, que nadaba por el río, cuando se vio allí metido; y de pronto "embarrado". Yo le dije que regaba los pimientos y acelgas; y que el agua me llegaba por "brazales" y "acequias". Pues me habré equivocado en el cauce del río; por la "acequia", me he colado; y mira donde me he metido. Pero te hago un trato, si me llevas al "torrente"; puedo contarte un "relato" que aprendí de un pariente. Después de pensar un rato; y se escapaba el almuerzo, me pareció un buen "trato"; y haciendo un gran esfuerzo, lo cambié por un buen plato que con el pez habría hecho. Me dijo, llévame al río; y en la orilla te lo cuento, que hace rato no respiro; y me ahogo con el viento. Al no poder respirar, aquel "barbo" necesitaba el río donde nadar como un pez en el agua. Al final me ablandó; y lo acerqué hasta el río; y nadando me contó el "cuento" que me dio frío, que de sus viejos aprendió. Me contó que en una cueva en los "terreros" "excavada", vivía una mujer muy bella que se hallaba "encantada". Le pregunté si era la "Dulce" la tía del bar el "Tiquitán", pero no la conocía; la señora, era la "ENCANTÁ"; que todos los años venía al río para llenar sus cántaros con el agua que se tenía que llevar; y que en el río se bañaba en la noche de San Juan; y las "mozuelas" bajaban para sus caras lavar; y la que allí lo lograba, se ponía más "apañá"; que un cedazo "cernía", de una harina "embrujá" ; y todo a aquél que bebía se le veía mejorar. Era una mujer tan bella, que todo el que la miraba enseguida se enamoraba; y se quedaba con ella, sirviéndola en la cueva donde la "ENCANTÁ" moraba. Por fuera, era un "covarrón", pero tocando un tomillo, se convertía en un castillo con un hermoso torreón. De noche con los luceros, era cuando más brillaba; y su luz se derramada dándo embrujo a los cerros. Desde allí se divisaban, las Cucharetas y Los Laneros; y la vega que hermoseaba cuando los "malacatoneros" todas sus flores echaban. Entonces los servidores, salían a "polinizar" las hermosísimas flores para que pudiesen brotar sus ricos "malacatones". Era tan maravillosa la vista por primavera; y todo tan oloroso, que merecía la pena salir al "mirador" precioso, para ver cosa tan bella. Tanto el "cuento" me gustó, que yo me quedé dormido mientras el "pez" se escapó nadando al pilón del río. Allí, se quedó nadando hasta la noche de San Juan cuando bajaba cantando a por agua la "ENCANTÁ". Me desperté con el frío; porque creo que soñaba, pues a la orilla de aquel río vi a una dama que llenaba el agua en un cantarillo; y cogiéndolo volaba en dirección al castillo; y una estela dejaba que tenía tanto brillo, que los ojos me cegaba. Son recuerdos de "zagal"; y los llevo muy adentro clavados como un puñal; y cuando estoy durmiendo siempre los suelo soñar; son para mí los recuerdos que no quisiera olvidar; las vivencias de mí pueblo, mi sello de identidad al que tanto amo y quiero. P. Garrido. 06-06-2021
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Abril 2024
AutorPedro Garrido, a través de malacatonesdecortes. Categorías |