¡Que viene el correo, vamos a repartir los paquetes!
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LOS SIMONES
Leandro García, recoge manifestaciones de Simón nieto: "–Fue en 1905, cuando mi abuelo Simón Maestra, el fundador de la empresa, consigue la adjudicación del transporte del correo entre la estación del ferrocarril y la oficina de Correos de Baza, dando viajes con un coche de caballos. Y de ahí le viene el nombre de ‘coche-correo’ –me explica Simón–. En 1910, con una diligencia, se dedica al transporte de viajeros entre los pueblos cercanos a Baza y, más tarde, hasta Granada; pero, pasaban la noche en Guadix donde estaba la posta. Durante la guerra se lo decomisaron todo, pero en los años 40 mi abuelo se recuperó utilizando vehículos de gasógeno. Como la remolacha estaba en pleno auge, hace portes a las fábricas azucareras de Caniles, Benalúa de Guadix y Atarfe. En 1963, llega la segunda generación y la empresa pasa a llamarse Hijos de Simón Maestra García S.A. Además de las líneas regulares de viajeros, consiguen los transportes escolares y los servicios discrecionales de la zona. Pero es, en 1997, cuando los nietos –mis tres hermanos y yo– compramos el paquete de acciones de la empresa Autedia S.A." – Hemos transportado a muchas generaciones de las comarcas de Baza y Huéscar, y la Maestra-Autedia es una empresa simbólica, la más fuerte de por aquí." Publicado en IDEAL de Granada, el 19 de agosto de 2003 . Por Leandro García. Maestra, una empresa ligada al transporte y las comunicaciones Baza y comarca
Hablar de comunicaciones en Baza, nunca puede hacerse sin el nombre de una empresa pionera en el transporte, no ya en/y a la zona de Baza y su comarca, sino a medio mundo." "¿Quién de las comarcas del norte granadino no ha viajado alguna vez con los Simones? Y es que es así como se conoce a la que durante mucho tiempo ha sido la empresa Hijos de Simón Maestra García, una saga de Simones, que incluso llegaba a dar nombre a la zona de Baza donde se ubicaba la antigua posada en la que tenía su sede. Los Simones, que comenzaron el transporte en tiempos de carruajes y diligencias, allá por el siglo XIX, han ido adaptándose siempre al devenir de los tiempos y mejorando la manera de viajar en toda la zona de influencia bastetana. Carruajes, tartanas, diligencias... dieron el salto, de la mano de aquellos primeros Simones, a los primeros vehículos a motor, tras los que llegaron también aquellos viejos cacharros denominados autocares, que fueron evolucionando como la vida misma y que fueron renovándose en esta empresa, hasta llegar a contar con una excelente flota de vehículos que hoy podemos ver por muchas de las carreteras, no sólo de España, sino de muchos países". http://www.webdebaza.com/doc_ciudad/geograf.htm "Carruaje que hacía el transporte Baza-Granada, el cual dedicaba una jornada en llegar a Guadix donde se pernoctaba en una posada, para seguir al día siguiente hasta la capital, donde nuevamente se dormía antes de iniciar el retorno de igual forma, para lo que, a veces, se cambiaba también de caballerías."
"Carruaje y sus pasajeros subidos en una barcaza con la que, a falta de puente, había que atravesar el cauce del río Guardal, cuando éste venía crecido. Para ello se hacía servir un cable de acero que sujetaba la barcaza, a través del cual se deslizaba por el agua del río, con su correspondiente carga, ayudada una vez más de animales en ambas orillas, que después eran enganchados a la diligencia, para seguir el viaje."
Autocares Maestra
Datos Generales de AUTOCARES MAESTRA S.L. (EXTINGUIDA) DATOS DE CONTACTO Denominación
AUTOCARES MAESTRA S.L. (EXTINGUIDA) Denominación Antigua TRANSPORTES GOMEZ Y BEDMAR SL Situación de la Empresa Extinción (Fecha: 16/08/2005) Domicilio Social AVENIDA INGENIERO GUTIERREZ SEGURA Características de la dirección principalTitularidad: en alquiler Tipo de local: oficina Domicilio Anterior CALLE JAEN, 70 - 18007 GRANADA (Granada) Actividad Informa Transporte de viajeros CNAE 2009 4939 - Otros tipos de transporte terrestre de pasajeros n.c.o.p. SIC 4131 - Transporte de pasajeros por carretera Objeto Social FUNCIONAMIENTO INDUSTRIAL DE LOS SERVICIOS REGULARES Y TRANSPORTES URBANOS DE VIAJEROS, EXPLOTANDO CONCESIONES ADMINISTRATIVAS DE TAL INDOLE, TRANSPORTES EN GENERAL, LA ADQUISICION Y VENTA DE VEHICULOS DE TODAS CLASES, Resumen identificativo: La empresa AUTOCARES MAESTRA S.L. (EXTINGUIDA) está ubicada en la localidad de BAZA, provincia de Granada. AUTOCARES MAESTRA S.L. (EXTINGUIDA) fue constituida el 26/09/1974 con el objetivo "FUNCIONAMIENTO INDUSTRIAL DE LOS SERVICIOS REGULARES Y TRANSPORTES URBANOS DE VIAJEROS, EXPLOTANDO CONCESIONES ADMINISTRATIVAS DE TAL ÍNDOLE, TRANSPORTES EN GENERAL, LA ADQUISICIÓN Y VENTA DE VEHÍCULOS DE TODAS CLASES, y se dedica a la actividad CNAE de "Transporte de viajeros". 07/05/2010. http://www.einforma.com/servlet/app/prod/DATOS_DE/EMPRESA/AUTOCARES-MAESTRA-S.L.--EXTINGUIDA--C_QjE4MDEzODYy_de-GRANADA.html |
¡Que viene el correo, vamos a repartir los paquetes!
REPARTIDOR -¡Que ya es la hora! -¡Vamos a repartir los paquetes del correo! Era el grito de guerra para un buen grupo de zagales de la época: Juanillo el de la Rosa, Antonio el Moro hijo, los “Chules”, Paco el Fiera de la Juana y muchos más. Cierto que el “trabajo” era libre, pero no dejaba de tener su “organización” encubierta y sus mandamases; en más de una ocasión los que acudíamos esporádicamente, no nos comíamos una rosca e íbamos “pa ná”, pero había que intentarlo para poder sacarse unas “pelas”. El “correo”, que así se le llamaba en Cortes y pueblos de la comarca al coche de línea y que naturalmente era de los “Simones” de Baza ¡qué persona o empresa que no fuesen ellos se atrevería a deambular por aquellas carreteras-carriles de la época y con los vehículos a juego con ellas! Gran responsabilidad el evitar los “descarrilamientos” y llevar a buen puerto a personas, cartas, periódicos –seguramente del día anterior por lo menos- y otras mercancías de la época para las tiendas del pueblo. Todas las tardes, al ponerse el sol, acudíamos al lugar, donde paraba el correo, justo en el centro de la calle –en aquél tiempo no había tráfico posible en el pueblo que se pudiese interrumpir-, justo en medio de la calle Iglesia entre el Bar de Justo y Carlota y la escuela de D. Francisco Burgos. Allí tirados en la acera esperábamos pacientemente su llegada. Iban dos personas a cargo del autobús, el conductor que conducía y el “cobrador” que hacía de cobrador y acomodador a la vez que organizaba la carga y descarga tanto de personas como de mercancías. Apenas llegaba el correo bajaba el “cobrador” y se dirigía a la parte de atrás del vehículo. Subía al techo por la escalerilla posterior y comenzaba la descarga. Se empezaban a bajar los “paquetes”. Una vez en tierra, o desde el mismo portaequipajes, voceaba y organizaba el “reparto”. Juan el cartero recogía su cartera con las cartas, giros y periódicos. Esto para la tienda de Angelina en la calle Audiencia. Eso para la Delia de la farmacia. Aquello otro para la Beatriz del estanco. Para la ferretería de José Miguel. Estas telas para María de Paco Garrido. Aquél bulto largo para la tienda de Manolita. Aquella caja para la tienda de Agustinico. Aquello para la pescadería de Tiznajo. Esos paquetillos para la tienda de Manolín. Para la Lola Migas, esa caja. Ese saco para la panadería de Silvestre Garrido. Esas cajas para la tienda de Juana Carricondo en el barranco. Y así… se iban voceando las mercancías. Había días más copiosos y otros menos, bien porque no había apenas paquetes, bien porque los propios tenderos acudían ellos mismos a recoger cada uno lo suyo. Una vez retirada la mercancía por los propios tenderos o personas de su confianza, quedaba el resto. Era entonces cuando entrábamos en acción los “repartidores”. Allí en fila bien ordenada todos los zagales dispuestos a realizar la faena. Si había para todos, hacías el “servicio” y “cobrabas” algo, siempre el tendero se “escurría” con alguna propina por llevárselo a casa, dos reales, una peseta… Ni no había paquetes, allí quedaba el “tajo”, la fila se disolvía y “hasta mañana” a ver si hay más suerte. El beneficio del reparto era un poco al azar, aunque dependiendo también de la mayor o menor amistad con el mandamás que ese día lo organizaba, de si el lugar era más o menos lejano y sobretodo de la “esplendidez” del tendero o tendera. Había días con auténticas “bicocas” que raramente dejaban perder los más veteranos, duchos, avezados y hábiles a la hora de saltarse la cola o inventar cualquier otra estragema para hacerse con el paquete. Pues sí, muy de temprano, con el tiempo… aquellos vehículos nos llevaban y traían de Baza. Antes del correo, se viajaba a Baza en monturas y caballerías. Una burra, una mula… era suficientes para realizar el trayecto por una familia. Si había sitio te montabas y si no "con buen queso y mejor vino, más corto se hace el camino", andando toca. Aunque ya empezaba a funcionar el correo, el presupuesto familiar era más bien escaso y aún no alcanzaba para su uso cuando se trataba de varias personas y había que sacar varios “billetes”, o tal vez por la costumbre heredada, bien por el recelo y miedo a los vehículos de motor, continuaban usándose las caballerías. Mucha gente que esporádicamente se dedicaba al transporte y venta de mercancías seguían haciendo el viaje en multitud de ocasiones por el “Camino de Cortes” usando la “caballería”. ¡Malacatones de Cortes! Era una de las mercancías que se llevaban a vender a Baza puerta a puerta. De vuelta se aprovechaba para traer cosas que en el pueblo o escaseaban o simplemente no había. De Cortes hacia las Cucharetas, y una vez cruzado el río, por el término de Benamaurel, hasta Baza, haciendo la entrada por la parte de la carretera de Benamaurel donde se hacía en su día el mercado de ganado. Cruzar el río era lo más complicado. En invierno por las crecidas que se prolongaban días y días hasta que rebajaba y que muy fácilmente podrían arrastrar tanto al animal como a la montura. Llegados a Baza se buscaba alojamiento para las caballerías –cuadras donde les daban agua y echaban paja, imagino que poca “cebá”- y si era el caso de pernoctar alguna noche igualmente se alojaba a las personas. En una jornada normalmente no había tiempo para todo. Entre las horas de ida, por muy temprano que se saliese, las gestiones a realizar en Baza dependientes de las horas de comercio y las horas de vuelta, era más tiempo del que el día daba de sí. Lo normal era, ida, pernocta y vuelta al día siguiente. Las idas a Baza más habituales generalmente eran para comprar el traje de la primera comunión, -sí, aquél de marinero con la cruz de Santiago bordada y los cordones de oro-; para comprar el traje de novio o novia y para hacerse las fotos. Para la comunión, normalmente ya se aprovechaba el viaje y a la vez que se compraba el traje te hacían las fotos, que no creas que eran instantáneas ni de “24 horas” no, podían tardar lo suyo, semanas y semanas. Las fotos de novios en Caparrós o Benítez se solían hacer días después de la ceremonia de la boda cuando había ocasión de viajar. Vuelta a recoger el traje, vestido, los zapatos, corbata… y allá que iba el matrimonio ya consumado a hacerse la foto, extemporánea pero valía la pena el recuerdo. ¿Los zapatos, dónde? Pues en la zapatería del zapato grande. Aquella que tenía o sigue teniéndolo colgado en su fachada aquél “zapatón” imponente que nada más avistarlo te asustaba ¿Habrá alguna persona humana que tenga el pie tan grande como para usar ese zapato?, ero lo primero que tu mente infantil cavilaba. El traje ya era o bien blanco, manifestación pública de más poderío -más pudiente económicamente claro- más capitán, aunque también lo había de “marinero raso”, o bien gris, más recatado, algo “más obrero”. Cuando ibas en el correo llegabas a las cocheras de los Simones, fin de trayecto y allí te bajabas. Una especie de sótano, caverna grande, sitio oscuro con olor a humedad permanente –parece ser porque allí mismo lavaban los autobuses y el sistema de evacuación de aguas era el propio suelo del local claro, o sea, que no estaba muy conseguido. Veías correr el riachuelo con espuma hacia la calle y después enfilaba la calle del Agua hacia abajo-. En cada llegada y partida de viajeros aparecía aquél hombre inconfundible con su carrito y su cesta de bolsitas de pipas, avellanas y garrapiñadas. Si había suerte y el presupuesto acompañaba te compraban una bolsita de garrapiñadas que era lo más preciado, ¡qué calentitas, dulces y buenas estaban! Y se alejaba de nuevo pregonando, ¡”Pipas, avellanas, garrapiñadas!” Vaya nuestra gratitud para todas aquellas personas que, entre ellos y "sus locos cacharros", acercaron en parte la modernidad al pueblo e hicieron que el viajar, aún con sus penurias, fuese más cómodo y placentero. Una "historia" más para el recuerdo. Malacatonesdecortes octubre 2015 |
Comentarios:
Emilio C. / De la colección Erisa Ilustrada, titulada "La Tierra y sus habitantes", encontré este curioso dibujo a plumilla, de una parada de postas en la Venta del Baúl. Supongo que la carreta de viajeros era la antecesora de los recientes autocares de Los Simones.
Emilio F./ Los Simones como me contó mi padre, sus comienzo fueron con las diligencias, tardaban un día en llegar a Granada. Lo hacían de esta manera: salían por la mañana de Baza hasta llegar a Venta del Baúl, se relajaban mientras cambiaban los caballos y continuaban el viaje hasta Hernán Valle. Hacian cambio de caballos, hasta Guadix. Eso sería al medio día, continuaban el viaje hasta Diezma, seguían hasta la Venta del Molinillo y por último llegaban a Granada a la Plaza de los Lobos donde estaba la Posá.
Emilio C. / Así es, tal y como te lo contó tu padre, tocayo. Recuerdo mis viajes a Cortes, en los viejos coches de los Simones, salíamos de Baza con un pestazo a gasoil que mareaba, parada en Benamaurel, si antes no teníamos que parar a mitad de camino para poner agua en el radiador, debido a un recalentón y una buena humareda, total que llegábamos a Cortes al atardecer, con parada cerca de la Iglesia, allí había un puesto de pescado y Andrés Tiznajo, el chófer de la autedia me entregaba a mi tía Dora. Ir de Baza a Cortes era una verdadera odisea por una carretera sin asfaltar, llena de pedruscos y surcos de las ruedas de los carros y del discurso del agua de lluvia.
Emilio F. / Esto gusta tanto como las fotos antiguas, es la forma de poder contar nuestras historias, a nuestros hijos y nietos sin ser pesados, pues ellos solo quieren internet. Poquito a poco se irán enterando un poquito hoy y otro poquito mañana. Somos historias vivientes, no la dejemos en el olvido.
Emilio C. / Estoy totalmente de acuerdo contigo, las historias de nuestros antepasados debemos mantenerlas siempre vivas a través del boca a oreja. Las mejores vivencias de mi niñez las tengo en aquellas noches de invierno, en época de matanza, sentados alrededor de una buena lumbre, mientras los más viejos contaban historias del pueblo, de fantasmas, aparecidos, situaciones graciosas de gentes del pueblo, etc.
Emilio F. / Sí, el comienzo de la matanza, mi madre pelando cebollas y yo picándola en el cajón con aquella "picaora" de dos medias lunas, entonces sí se notaban los trocitos de cebolla en las morcillas.
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"A mediados del siglo XIX, un inglés que nos visitó y dejó notas sobre su paso por Baza, fue Hoskins, quien en su libro Spain as It Is, editado en Londres en 1851, dice lo siguiente: (la trayectoria era Murcia-Granada)
Es la primera vez que aparece la Venta del Baúl en los itinerarios de viajeros de este siglo, quedando muy bien parada. De su estancia en la misma dice: «La propia ventera con sus bigotes y sucio vestido, no era más que una garantía dudosa de poder asegurar que las camas estuviesen limpias, sin embargo ocurrió. Nosotros disfrutamos de una buena cena con pollo estofado y patatas fritas, y gracias a Monsieur L, que estuvo pendiente de que no echaran al puchero ajos ni otras cosas prohibidas».
Describe en esta venta una de las reuniones que más agradan de leer los europeos: «mas de una veintena de pícaros estaban sentados alrededor de un gran fuego en medio del suelo, tomando las mas variadas actitudes. Los había con trajes, andaluces, y valencianos, ricos y pobres, comerciantes y mendigos. No faltaba la belleza, ya que en una esquina estaba sentada una joven de ojos azules tan rubia y tan bella como jamás había visto en España. Su presencia parecía agudizar el genio de los hombres mas jóvenes. Media docena de los Guardias Civiles, caballeros muy apuestos, estaban fumando sus cigarrillos y disfrutando del fuego como el resto.
Una anciana estaba quitando del fuego un inmenso perol de carne estofada y sopa. Lo colocó ante tres hombres, bastante atractivos, que acababan de llegar, y que se encontraban sentados en taburetes bajos, alrededor de una mesita, casi de forma oriental. Ellos iban comiendo con cucharas que despacio y de forma deliberada metían y remetían en el cacharro, uno tras otro, hasta que calmaron su apetito, y entonces la anciana lo puso otra vez el fuego para los próximos que llegaran. Otros estaban bebiendo, y disfrutando del fuego que verdaderamente era magnífico. El campanilleo y el rasgueado de una guitarra de un joven andaluz que brillaba por sus botones de plata, componían la música de la venta».
Aún cuando es citada por otros autores de la época, nada hablan sobre las condiciones o cualidades de la misma, excepto que es... parada fija para las caravanas de muleros que transitan estas rutas del camino real de Granada a Valencia. Sin embargo, en las actas municipales del siglo XIX, consta la misma como el punto en el que nuestras autoridades civiles salen a recibir al obispo de la Diócesis, cuando se digna venir a Baza."
"Así pues, junto al puente (Eiffel - 1907) se construyó la estación de tren, que tomó el nombre de la "Venta del Baúl", venta que data de tiempos árabes (nombrada inicialmente Badul por ellos) y refundada por los bisabuelos de "Los Trujillos" y donde por los inicios del siglo XX se avituallaban caminantes y carrozas de caballos, posada de descanso y comida para gentes y bestias."
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